Pensó en Carol al momento de
levantar su pie derecho.
Pensó en ella y en todo lo que
tenían por hacer. En todo aquello que
les faltaba hacer, que era mucho más de lo que hasta ese momento habían hecho.
Tembló como nunca antes lo había
hecho. Se orinó encima, pero eso sólo fue un detalle. Después de muchos años lo
recordaría.
Pero ¿que cruel jugarreta del
destino lo había llevado a estar en este lugar? Y en esta situación.
Es increíble la cantidad de cosas
que un ser humano puede llegar a hacer pasar por la pantalla de su cerebro en
un tiempo más o menos razonable. Digamos unos segundos, o unos minutos, o
varias horas.
No puedo hacer nada. Si hago algo en
este preciso momento, sea lo que sea me equivocaré, y no puedo permitirme ese
lujo. Carol no me lo perdonaría nunca. O tal vez si, sólo tal vez con el paso
del tiempo.
No puedo gritar. Eso sería peor,
para mi y para todos.
Recordé que en una reunión escuché
decir que en situaciones parecidas a esta conviene levantar el pie de a poco.
Pero también la refutación de esa creencia....
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